“ La sirena ”
En las profundas aguas, donde
la oscuridad densa y celosa, aguardaba la perla mas hermosa del reino del mar.
En el abismo, donde los brazos del sol no llegan alumbrar el suelo marítimo,
habitaba una concha que cobijaba a una criatura muy especial. “Torso de mujer y
una aleta como piernas”.
En la soledad, arrepentida de
su amargo destino hace miles de años,
recuerda la suave brisa en su rostro y los besos a miel, las caricias y los
elogios, y la protección de un padre preocupado.
“el deseo de corazón, no alberga la felicidad, cuando
uno no sabe que importante es para su destino”.
En las profundidades, la luz
era emitida por las especies, pues como luciérnagas en la noche, los pequeños
seres acuáticos desprendían “esa magia resplandeciente”, al igual que la
criatura: cabellos dorados como el sol, piel blanca como una hada y sus
leyendas, labios rojos como el carmín y ojos verdes-azules como la gema más
pura de los minerales. Acostada en su lecho, de algas submarinas y de las
profundidades, recordaba el sabor de la comida, del vino y el olor de los
jazmines de su antigua casa.
La vida, desde entonces, había
sido como tantas veces: estar sentada y brillar para la oscuridad.
A pesar de ser una criatura
del mar, sus anhelos femeninos se mantenían como si aquella cola de pez, no estuviera
fundida con su cintura.
En aquella soledad, su mente
recitaba canciones cuyo temas se basaban en sueños con el exterior; “la belleza
de las flores en primavera con sus respectivos seres curiosos y extraños invitados”, o “temas de amor” como
le hubiese gustado que fuese algún día…
El tiempo eterno, proporciona
la habilidad de ver las cosas desde varios puntos de vista. Pero ella, miraba
hacia arriba, cuando su canción finalizaba.
“¿y si fuera hacia arriba?”
miraba desde su concha.
La sirena, armada de valor
acumulado durante siglos, comenzó a cruzar el abismo hacia las alturas.
Pero los peligros del imperio
del mar, siempre se esconden en las oscuras y misteriosas grutas.
La sirena, surcaba la masa acuática
con velocidad, sin importar, “que tamaño tenían los colmillos afilados de su
depredador”. Seguía y seguía, a pesar de lo que le perseguía detrás. Moviendo
su enorme y bella aleta y esquivando cada ataque de su carcelero.
Cansada, aun seguía. Y la luz
del exterior, no aparecía.
Se arrepentía de haber
abandonado su lugar seguro y le idea de llegar a la superficie, no le
parecía tan interesante como hacia unos momentos… Pero algo le empujaba
en lo más profundo de su corazón, a surcar a aquella oscuridad hasta el final.
Nadie sabía tanto como ella
de las cosas que se escondían en las entrañas de las aguas oscuras. Pero,
disponía de una oportunidad. Y es que desde hace mucho tiempo “deseo ser lo que
ahora era” y ansiaba cambiar las cosas.
En ese instante… una
temblorosa luz que provenía de la superficie, como una luna en la noche con sus
respectivos cabellos lisos brillando las profundidades, reclamaba su avance con
más furor que nunca.
Su aleta ¡se movía con mas
fuerza que nunca! Y su depredador, desistió de su presa, dejándola libre por
siempre jamás.
La línea ondulada de la
superficie, contenía las aguas con el exterior. Y en aquel momento, rompiendo
tales leyes la sirena consiguió llegar hasta arriba, saliendo del agua como lo
hubiese hecho un delfín.
Tierra firme ante sus ojos,
junto con un corazón que no paraba de latir. No por haber realizado todo aquel
esfuerzo, sino por que delante de ella había un nuevo camino para cambiar su
destino. Tenia, una nueva vida llena de posibilidades ante ella.
Ahora sus brazos luchaban
contra la marea y rompiendo las grandes olas.
Al llegar a la playa, las
escamas se desprendían de su cuerpo. Las olas que llegaban, como esclavas
sumisas a la arena, ayudaban a desprenderse de los últimos grilletes que le
quedaba para proseguir su lucha. Arrastrándose, por aquella húmeda arena,
intentando respirar aquel aire tan distinto y diferente como lo recordaba,
probaba de levantarse una y otra vez.
¡Por fin! ¡Lo había
conseguido!
Los días pasaron por
entonces. Llenas de felicidad al principio, pero amargos cuando el papel que
presentaba en aquella tierra no representó ser lo que había soñado.
“Su canto, cautivó a muchos hombres. Pero se ganó a
muchos enemigos: las esposas no quería que se escuchara sus dulces canciones en
las grandes salas publicas de aquel reino.”
“ Su belleza, embrujaba en deseo a los mas codiciosos
y posibles amores eran arrancados sin piedad de su corazón ”.
“Su piel blanca como la luna,
hacia crecer los celos de las mujeres de otros, y criticaban su pacto con el
mismo diablo”
“Sus ojos, enloquecían a los
mas valerosos. No querían ver la mirada mas hermosa que jamás habían
contemplado”
“Y su nobleza, se veía doblegada
ante una sociedad corrompida por el vicio y lo deshonroso.”
Su alma, se rompía con los días…
Las cosas no eran tan distintas como había
pensado. Al cabo de varios días en el mundo de los humanos, contemplaba desde
las alturas de un acantilado, “su mar”. Su corazón, estaba roto. Y su
honestidad corrompida por la supervivencia en mundo cruel y despiadado.
No podía volver a las
profundidades.
No podía vivir en una tierra
gobernada por hombres y sus entupidas leyes.
Cuanto echaba de menos a sus
hermanas y su padre... “¿Qué había sido de ellos?”
“Si no hubiese sido por aquel
deseo”
La pobre joven, se sentía frustrada
entre dos mundos que no le pertenecían. No había lugar para ella. Ni en este
mundo ni en el mar.
Los días siguientes fueron más
distintos. Caminaba en dirección “a ninguna parte”: por los bosques frondosos
del norte, por las frías tierras de las nieves perpetuas, por las tierras de
las infinitas dunas y el sol radiante, por las extensas estepas solitarias y
con tan solo sus amargos recuerdos. En todos los reinos era lo mismo. De todos
ellos, no encontró ni a una sola persona que le pudiera hacer ver las cosas de
un modo distinto. Muda y cubierta por harapos, visitaba todas las aldeas a su
paso. Pero en ellas no había ni un solo ser capaz de demostrarle un poco de
ternura y respeto.
“Cuando se quitaba los harapos y dejaba ver su rostro
para poder comer un poco de sopa caliente, la reacción de los hombres era la
misma de siempre: sus ojos la deseaban desmesuradamente y las esposas
reflejaban el fuego del odio por su extrema hermosura. Al final, siempre
acababa huyendo en lluvia de piedras”
Los moratones por todo su
cuerpo, comenzaban a doler, pero no tanto como la pena de su pobre alma, que
pedía un lugar en este mundo.
A pesar de todo, algo le
decía que siguiese hacia adelante…
Entonces, en unas montañas de algún país, encontró el alivio
en una gruta. La cueva, mantenía el clima y la humedad suficiente para
recordarla a su querida y segura “concha de las profundidades”.
Sus pies callosos y agotados
de tanto caminar, prescindieron de su servicio y la pobre chica se acostó en
una de las rocas planas de la cueva, donde la luz del sol surcaba desde el
exterior por alguna oquedad para
fundirse en el lecho rocoso.
¿Dónde estaba su lugar en
este mundo?
¿Por qué la trataban así? ¿a
caso era un monstruo para ellos?
Una lágrima cayó de sus ojos:
Densa como una perla del mar. Brillante como una estrella en la inmensa cortina
de la noche. Una luna diminuta que resonó haciendo desaparecer al silencio
perpetuo de aquella semi-oscura caverna.
En aquel mismo instante.
Ante sus ojos, y cuando todo parecía
ser imposible. Algo apreció su presencia.
“-… se como puedo ayudaros….-”
Se escucho desde lo más
profundo. Y para ella, aquella voz que susurraba desde la nada, sonaba “como la voz mas tierna del mundo”.
Una especie de mujer, salía
de lo mas profundo de aquella cueva. En sus tobillos, unos grilletes de oro:
ojos azules como el cielo, cabello rubio como el de ella y la piel blanca y
cubierta de unas escamas perladas…
“.- … se como ayudaros, y para
conquistar a los humanos debéis adoptar la forma apropiada…. -“
Su voz serena y tranquila, se
percibía una vida llena de culpa que provenía del pasado.
.- ¿Cómo?
Aquel “ángel” surgido de las
entrañas de la tierra, recogió las mejillas de la joven y le dijo.
.- “Se quien sois” pero para
llegar a el, debéis adoptar la forma de un navío”
.- ¿”el”?.
Y Mirando al cielo azul de sus ojos. .-“todos somos correspondidos, no
importa grande o pequeño, todos hemos venido a por lo mismo. Pequeña os espera
un gran cometido”.-
* * *